Por qué los médicos actuamos en contra de la naturaleza
Existen nuevas tendencias que promueven un estilo de vida más saludable: usar la bici como medio de transporte, ser vegetariano, hacer deporte, no generar residuos, ser más ecologista. Yo misma estoy a favor de ese modelo. Pero ser liberal y amiga de la naturaleza se confunde con estar a favor de lo primitivo. Y si nos gusta usar el último modelo de celular, no nos gusta ser primitivos. Si nos adaptamos a la tecnología para algunas cosas, tenemos que ser siempre inteligentes y usar los años de ciencia a nuestro favor, ya sea en la informática, en la medicina o en cualquier otro ámbito. La evolución es lo más lindo y destacado de la naturaleza, pero la palabra natural está sobre-valorada y multi-usada.
Un maestro mío, el Dr. Héctor Dávison, me remarcó algo en lo que nunca había pensado: los médicos actuamos siempre en contra de la naturaleza.
Cuando en los primeros años de la carrera estudiábamos la teoría evolutiva de Darwin, donde sobrevive solo el más apto, nos parecía algo coherente, hablábamos de especies. Pero qué pasa si llevamos esta teoría a otra especie más compleja, a nosotros mismos, los humanos.
Si dejamos nuestra vida librada a la naturaleza, al azar, muchos de nosotros moriríamos por el simple hecho de ser débiles. Las personas con enfermedades genéticas o crónicas morirían jóvenes para no tener la chance de reproducirse, aquellos chicos con malformaciones, los portadores de infecciones, los desnutridos, los albinos, los gordos, los miopes, los asmáticos, ninguno de todos ellos pasaría la cadena evolutiva, todos nos quedaríamos en el camino de la evolución si no fuese por los grandes descubrimientos de la ciencia.
Las vacunas, los antibióticos, las cirugías son magníficos inventos del hombre que van en contra de la naturaleza. Prevenir la enfermedad y curarla si llegase a aparecer es un hecho que sí va en contra de lo natural, pero con el mero fin de ganarle al destino, de cambiar la suerte trágica que muchas veces nos plantea la vida.
Si hablamos de salud, para algunos lo natural sería no intervenir con ningún acto médico lo que la vida misma impone. Un paciente con apendicitis comienza con un cuadro clásico de dolor abdominal, vómitos y fiebre. Se lo deja librado a su evolución espontánea porque somos naturistas. El cuadro empeora, el dolor se vuelve inmanejable, el apéndice inflamado se rompe, se derrama contenido del colon a la cavidad abdominal, se diagnostica peritonitis, se sigue sin intervenir, se sigue siendo natural y el paciente se muere.
Entre un 10 y un 20% de los que estamos leyendo esta nota tuvimos o vamos a tener apendicitis. Esa sucesión de hechos nos parece una aberración, una locura, ninguno de nosotros estaríamos de acuerdo con que eso suceda. Pero aún así, muchos deciden no vacunar a sus hijos, tener un parto domiciliario o se niegan a recibir medicación cuando el médico lo indica. Y todo por seguir las leyes de la naturaleza. Más que naturales estamos siendo primitivos, estamos volviendo al pasado, queremos ser simios otra vez. No aprendimos nada de todos estos años que tiene el ser humano de experiencia acumulada, todo el sufrimiento pasado fue en vano y queremos volver a equivocarnos.
El ejemplo del paciente con apendicitis se puede aplicar a cualquier otra enfermedad por más pequeña que sea. Si los médicos elegimos esta profesión es porque nos interesa el bienestar del paciente. Amamos las evidencias científicas que miles de investigaciones avalan y actuamos en consecuencia. Nunca cuestionaríamos la eficacia de las vacunas, la ayuda de las imágenes (radiografía, ecografía) para llegar a un diagnóstico y mucho menos el uso de medicación en casos indicados. Somos intervencionistas porque estudiamos para ir en contra de la naturaleza. No podemos dejar que la gente se muera como hace miles de años, por el contrario los tratamos, los cuidamos, los operamos y muchas veces llegamos a salvarles la vida a nuestros queridos pacientes. Y no renegamos cuando un paciente que se negaba a recibir medicación, rezando ser natural, acude a nosotros para recibir ayuda. O cuando padres desesperados consultan porque la medicina alternativa ya no hace efecto en su hijo. Siempre vamos a actuar en base al Juramento Hipocrático porque amamos nuestra profesión.
La medicina tiene años de historia, todo el tiempo se actualiza, aprende de sus errores y sigue progresando para ganarle cada día la batalla a la naturaleza.
¡Feliz día del médico queridos colegas!