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Carta para antes de morir

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Querida Abuela y Tía,

Saben que la semana pasada se fue el abuelo, Don Ernesto Briggiler, el Nene, el Chueco. Y ustedes ya tienen más de 80 años, las estadísticas dicen que ya tendrían que estar muertas, pero festejo cada día que así no sea. Les escribo esta carta para antes de morir porque quiero decirles todas las cosas que siento antes de que se vayan.

Si bien todos podemos morirnos mañana, hay más probabilidades de que sean ustedes las próximas y se me llenan los ojos de lágrimas al pensarlo, pero así es la vida. Yo quiero que sepan hoy, y para siempre, todo el amor que les tengo, todo lo que me enseñaron y cuán feliz fui de compartir mi vida con ustedes.

Ojalá el día de su partida no llegue nunca. Ojalá ese día podamos estar juntas, de la mano, acompañándonos en la despedida, pero si por la distancia no llego a estar presente quiero que recuerden estas palabras, el amor infinito que les tengo y que se vayan tranquilas de que ya trascendieron la vida, que para mí ya son eternas.

Abuela, mamá de mamá, tu bondad no puede ser más grande, gracias a tu pasión por la vida y tu vocación elegí ser médica y luego obstetra como vos, que atendías los partos de todo el pueblo mientras esperaban que el médico llegase o en los trenes, cuando hacían sus paradas en mi querido San Guillermo. También tenés alma de escritora y mano de cocinera, costumbre que mamaste desde la cuna cuando te salpicaban con harina mientras dormías al lado del mesón del panadero, Don Raspo, tu amado padre. Eras tan chiquita y blanquita que te apodaron Negra y aún hoy así te llamamos.

Tía, tía abuela, tía de mi mamá, hermana de mi abuela Negra. También tres nombres: Edith Elsa Mari. No tuviste hijos así que te adoptamos como abuela, porque así nos cuidaste y quisiste. Siempre al pie del cañón, acariciándome la panza en círculos cuando no podía dormir del dolor. Despertándome para ir a la escuela con una voz tan suave que ni se oía. Me ponías las medias, me cuidabas del frío, me acompañabas al colectivo.

Siempre me pregunto qué piensan los viejos, qué opinan de la muerte, si piensan que se van a morir en cualquier momento o si no es un tema relevante en sus vidas. Esas respuestas aún no las tengo, porque no me animo a preguntar, me da miedo lo que puedan decir. Pero como sé que es algo real, la muerte, algo que va a llegar, no quiero esperar ese día para dedicarles mi amor, mi gratitud y mi infinita fidelidad hacia ustedes.

Los abuelos son parte fundamental de la vida de cualquier persona, y así lo son ustedes. Quédense tranquilas viejis que hicieron un buen trabajo, cumplieron con el objetivo de esta vida: trascender la muerte, ser eternas. No es algo sencillo de lograr, por eso las tomo como ejemplo.

Y no le tengan miedo a lo que puede pasar, porque a partir del día que se vayan muchas almas estaremos recordandolas.

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Dom, septiembre 11 2016 » Mi vida

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