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Sobre los apodos

Mucha gente tiene apodos. A mí no me gustan y por eso prefiero que me llamen por mi nombre, que por suerte me gusta: Ingrid.

Pero de todos modos algunos hacen variantes de mi nombre y me llaman de una forma rara, pero divertida. Así, mi amigo Seba Spagna me dice “Ingru” con todo el amor del mundo que nos tenemos. Un compañero de la facultad Fede Vigil inventó el “Grid Brig” para llamarme y ese suena bien aunque muy rígido. Una amiga, Lucila, me dice simplemente “In” y por ese apodo me conoce su familia. Y una alumna de macramé, Isa, me dice “Ingrita”.

Por suerte mi nombre no da para tantas variantes, pero de todas esas no me quedo con ninguna. Aunque ahora ya me acostumbré a que esas personas en particular me llamen así. Sería raro si no lo hicieran.

Pero por otro lado hay gente que odia su nombre y quiere que le digan únicamente por su apodo. A veces hasta el punto de olvidar el nombre original.

Mi tía Beba, nadie sabe cómo se llama. Ni el propio marido que cuando se fueron a casar y el juez le dijo “Acepta a (no me acuerdo el nombre) como esposa”, él miró para todos lados porque así no se llamaba su mujer, la suya era Beba. Anécdota que por supuesto quedó súper registrada para toda la eternidad en la familia.

También hay personas que hacen una modificación ínfima del verdadero nombre. Por ejemplo, una amiga se llama Paola, pero no le digas así porque no te contesta, ella es Paula. Al final, entre una cosa y la otra, nunca me contó por qué se cambió así el nombre. Cada uno tendrá sus razones.

Convengamos que hay veces que el nombre es tan largo que no queda más remedio de decirle “Santi” si se llama Santiago. Por eso para mí los mejores nombres son los de dos sílabas, como el mío. (Aunque no hay muchos).

Y qué me dicen de los apodos que no tienen nada que ver, pero nada que ver, con los nombres de pila. “Pachi”, “Tata”, “Cali”, “Chicha”, “Vika” y vaya uno a saber cuántos más. ¿Les gustan estos apodos impersonales o prefieren el nombre del documento?

Por último, podemos incluir a las contracciones de los nombres como apodos, por ejemplo de Eugenia, Euge; de Fiorela, Fiore; de Indira, Indi; de Sofía, Sofi; y de Victoria, Vico. Estos no están tan mal. ¿No?

Aunque yo pensaría… ¡¿Para qué los padres se mataron pensando en el nombre de esa criatura si al fin de cuentas hoy le dicen cualquier cosa menos “Facundo” o “Estefanía”?! Pero bueno, también creo que muchas veces son los mismos padres que le ponen los apodos a los hijos diciéndoles “Loli”, “Bébe”, “Mumi” y después no hay vuelta atrás. Ahí ellos solitos se metieron en el problema.

Por eso, cuéntenme ustedes cuál o cuáles son sus apodos, quién se los puso, quiénes se lo dicen y por qué. A ver si logramos encontrar el más raro.

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Jue, noviembre 26 2009 » Varios

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